jueves, 4 de marzo de 2010

El aborto de la monja

Sara queda encinta a los 16 años, quiere abortar pero de chica fue catequista y la culpa no la deja dormir. Le manda una carta anónima al cura que la bautizo y le explica su situación: El padre desapareció, su familia esta en la calle, esta por dejar la escuela, etc.etc., la monja sin embargo se conmueve, pasa toda esa tarde perturbada y le termina contestando ese mismo día que la verdad que no sabía bien que decirle, que ella también estaba confundido y que tal vez no era tan malo lo que estaba pensando hacer. Sin embargo al final de la carta le pide por favor reservas absolutas sobre el caso Se acordaba de ella y de la buena amistad que tenían, que si en algo la valora que no difunda su respuesta.
Un mes después la monja la ve en el parque, esta muy delgada y una minifalda luce demasiado sus lindas piernas. El flaco que esta al lado trata de sacar provecho de la circunstancia. A la monja le baja la presión, vuelve a la parroquia con la moral destruida. Pasan unas semanas pero no se recupera. La culpa, el valor de la vida humana, el perdón de los pecados, el cuarto mandamiento, dan vuelta en su cabeza. Pasan los años y aunque el incente monjita que dio ese consejo se convierte en una monja vieja y pervertida no puede olvidar su primer pecado. Deja los hábitos un tiempo y se va a trabajar de puta al lado de una edificación. Los albañiles al principio la ignoran pero unos días después cae el primer desgraciado que la lleva hasta una de las habitaciones apartadas. La verdad es que esta vieja y gorda y no vale la pena gastar en un motel. Los días siguientes pasa algo parecido y cuando la exmonja comprueba que ya es suficiente, deja la edificación, deja su nuevo trabajo de puta y alquila un monoambiente durante nueve meses. La verdad que nadie la hecha de menos, ni en el monasterio, ni en la construcción. Apenas sale del hospital con el crió envuelto en una manta va derecho a la construcción, son las 7 de la tarde y los albañiles ya se estan alcoholizando en el bar de la esquina, ingresa al edificio por una entrada secreta que le mostró posiblemente el padre del crío y sube los nueve pisos de escalones sin revocar del edificio. En la terraza solamente tiene que repetir algunas formulas latinas y arrojar al crío como dios manda al caos del vacío de los elementos en construcción.

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